miércoles, 18 de julio de 2012

ROBAR, GUARDAR, AMAR

Por amor al arte es una obra escrita por Erik el Belga, uno de los más famosos ladrones de obras de arte del siglo XX, que aún no he leído pero que espero poder devorar este verano. Se coló en mi cabeza con fuerza tras la noticia de la aparición del Codex Calixtinum, sustraído hace un año por un trabajador de la Catedral de Santiago de Compostela.
La pregunta que espero se haga todo el mundo es: ¿por qué robar arte?. La respuesta está en boca de una profesora que dijo que el mercado negro de obras de arte mueve casi tanto dinero como el de armas. Arte y armas, amor y muerte. Macabra relación.  El caso es que hay obras de arte facilmente "colocables" en manos privadas e incluso en casas de subastas, pero otras tantas son imposibles de vender. ¿Quién podrá enseñar "El grito" de Munch sin que alguien piense que tal vez debería avisar a la Interpol?. Nadie, porque el que se converte en su dueño a golpe de talonario no lo enseñará jamás. Su única intención es disfrutar personalmente de un cuadro, un retablo o  cualquier otra maravilla que "debería estar en un museo" (seguro que algún lector reconoce al dueño de esta frase, aunque no comparto sus métodos).
Aún así hay que reconocer que hay ladrones originales que merecen un aplauso a travñes de los barrotes. Si no que alguien me explique una forma más fácil de robar un Picasso que entrar en el museo, descolgar el cuadro, meterlo en un complejo sistema de transporte como es una bolsa de plástico reciclable y salir del edificio sin que se den cuenta. Por un lado demuestra que el trabajo cuanto más sencillo mejor, y que quien no hace bien el suyo puede perder el producto. Y eso sin tener en cuenta la cara que se le queda al responsable al recibir el cuadro de nuevo pero por correo.
Vamos, que robar está mal, que trabajar mal está fatal y que el cine nunca se quedará sin buenas historias que contar.
No roben, pero por favor, ¡pasen y lean!

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